---- Cumplir 90años es todo un logro, pero mayor aun cuando puedes celebrarlo bailando con la familia, platicando con las amigas y recibiendo sorpresas “milagrosas”, me refiero a esas pequeñas coincidencias de tiempo y espacio que hacen que tengamos fe y seamos algo mas que huesos y carne.
Tras un dia donde las sonrisas volaban a cientos por el aire, la música llenaba el espíritu y los abrazos se multiplicaban, es justo y necesario recostarte, sonreír ante lo sucedido y ¡dormir!, fue cuando mari caminaba hacia su cama a realizar este importante ritual, que descubrió, tirada en el piso, la sorpresa final que le traía el día: una nota que decía lo siguiente:
Diciembre de 1981
Querida Mariquita:
Felicidades, espero que Dios te nos cuide muchos años más, vale por el abrigo que tanto quieres, tu Bernardo.
Con una sonrisa nerviosa y un poco confundida, tomó la nota y recordó que hace 20 años que no le decían así, que hace 20 años se había ido su mejor amigo y hoy, el día de su cumpleaños había venido a felicitarla.
Al platicarnos la historia todos nos emocionamos mucho y tratamos de deducir como llego la nota. Mari, ante esto, se limitó a decir “que miedo”, pero con esa sonrisa pícara que dejó escapar lo que todos entendimos como un “gracias por haber venido”.
------ ¿Qué te parece si de ahora en adelante escribimos notas y las escondemos por muchos lugares, así el dia que uno de nosotros no esté, le facilitemos al destino el envío de recados entre dos personas separadas en lo físico, pero unidas en el alma ¿si?
.. altere un poco los datos pero la historia es la misma...
viernes, 23 de julio de 2010
viernes, 2 de julio de 2010
Soy de un lugar muy peculiar
Soy de un lugar muy peculiar, hace unos años me mude pero me niego rotundamente a olvidar los detalles que lo hacían mágico.
Crecí en una ciudad con mucha libertad, donde ir caminando a casa de un amigo o jugar en el parque hasta la noche jamás fue problema, sabíamos que si llegaba a pasar algo siempre había alguien al rescate y muy posiblemente podrían darte un aventón a casa.
Las palabras chamoyada o trolelote eran léxico básico de sus habitantes, sobre todo de los adolescentes, quienes solían aprender a manejar en el roll y dar mil vueltas en el coche con la única preocupación de acabarse el tanque de gasolina, que felizmente los amigos te ayudarían a reponer. Un día completo en la calle sin celular no era problema para nadie y un paseo por la playa diurno o nocturno simplemente era paz y tranquilidad.
Recuerdo las noches de pijamadas y salir en la madrugada a cumplir algún reto de “la botella” como tocarle la puerta al vecino o gritar a media calle “te amo fulanito!!”, llenándote de risas y tal vez algún leve regaño.
Extraño la ciudad que no respetaba el horario de ir a dormir, en una de sus tantas taquerías abiertas las 24 hras, era común encontrar a un amigo después de la fiesta o a unos tíos que fueron por un antojo.
Extraño la misa de 7:30 y estar horas afuera platicando y comiendo un trolelote, así como los días de alberca y “fiestas de abril” con espiropapas y gritos del kamikaze.
Echo tanto de menos la ciudad donde la gente era cordial, por corazón y no por miedo, donde un choque solo implicaba esperar al tránsito, al seguro y el posible regaño en tu casa.
En ese mi lugar peculiar, se acostumbraba ir a desayunar tortas al centro, visitar a los cocodrilos y pedirle a los ovnis que nos cuidaran del huracán. Sé que no suena normal pero esta ciudad nunca lo fue.
Extraño responderle al calor con alegría en la playa o la laguna, subirme al coche a la hora que sea y estacionarlo donde me plazca, extraño las casas sin rejas y los bailes hasta las 5 de la mañana. Y como olvidar la sensación de cantar a todo pulmon “ voy de vuelta a mi hogar” por veinteava vez en un lunes de semana santa.
Dicen que vivíamos en una ciudad en la que no pasaba el tiempo, que podías irte años y al regresar encontrarías lo mismo, a la misma gente y en los mismos lugares, yo me fui, pero creo que perdí la dirección de regreso, porque saben que, no encuentro mi ciudad!
No encuentro los paseos nocturnos seguros, ni la gente en sus jardines buscando un poco de aire fresco, busco niños corriendo en el parque y solo hay pocos y con sus papas a dos pasos de ellos cuidando cada movimiento. Intento buscar gente tranquila en sus coches y al parecer esos que recordaba también se mudaron, pues aquí solo hay gente nerviosa.
La gente no baila!! La música está bajando y las luces se apagan más temprano.
Veo un síndrome extraño aquí, en este lugar al que llegué por equivocación, la gente tiene la manía de esconder lo que tiene, es algo muy extraño, pues en la ciudad que recuerdo, todos querían progresar y ser emprendedores, en esta en la que estoy ahora todos quieren tener un bajo perfil y olvidarse del empuje y liderazgo, ¿alguien me puede decir por qué?
¿Què es lo que está pasando? ¿Porque parece que no tenemos fe? Veo que todos hablan sobre un tema en secreto, se escriben por internet, se mandan cadenas o lo comentan en reuniones privadas, pero nadie me dice en voz alta que está pasando. Recibo llamadas constantes de -¿ya llegaste?-,¿ donde estas?,- no pases por tal calle-, y yo aun sigo sin entender. Noto que nadie reconoce la ciudad, todos vamos un poco perdidos y no veo intenciones de luchar para encontrarla, al parecer se están resignando. Por lo que he escuchado nos han invadido unos seres extraños que se están robando lo bueno y nos están dejando lo malo, y saben que es lo peor, me dijeron que se están robando la voluntad de la gente!!. Me han pedido que corra la voz a mis conocidos de que la ciudad que recordaba ya no está, que de preferencia no regresen y no la busquen mas, pero no lo haré, pues yo quiero encontrarla y necesito gente que me ayude!! No puedo echarle la espalda a las dunas ni al Tamesí, yo tengo que volver a mi peculiar “hogar”.
Dicen que de vez en cuando hay oportunidades de hacernos escuchar y hacer que todo el país se entere de que estamos perdidos pero que necesitamos encontrarnos, me han comentado que el 4 de julio del 2010 es un buen día para hacerlo, muchos no lo creen y desperdiciaran la oportunidad,yo no creo poder darme el lujo de hacerlo.
Platicando con algunos exhabitantes de la ciudad, hemos llegado a la conclusión de que la clave para regresar es insistir. Asi que yo mañana me levantare muy temprano, ire a trabajar y daré lo mejor de mi, veré noticias y me mantendré al tanto de lo que pasa, pues en esta búsqueda es necesario estar informado, sin embargo, no dejare que tanta nota apague mi luz y seguiré buscando mis sueños de crecer, regresare a casa viendo en el camino alguna dirección que me lleve a mi ciudad, sino la encuentro, seguiré andando y sonriendo al que pasa en frente, conviviré con mi familia y mis amigos y los cuidare muchísimo, y tratare de que me ayuden a buscar mi ciudad perdida. Le platicare a los niños de cómo se puede vivir y les creare en la mente y el corazón la imagen de mi lugar peculiar, espero que les guste y me ayuden a buscarla también. Creerè y lucharè, y responderé por mis actos buenos o malos, buscare hasta el cansancio esta ciudad donde deje risas, besos y esperanzas y definitivamente las necesito de vuelta.
Crecí en una ciudad con mucha libertad, donde ir caminando a casa de un amigo o jugar en el parque hasta la noche jamás fue problema, sabíamos que si llegaba a pasar algo siempre había alguien al rescate y muy posiblemente podrían darte un aventón a casa.
Las palabras chamoyada o trolelote eran léxico básico de sus habitantes, sobre todo de los adolescentes, quienes solían aprender a manejar en el roll y dar mil vueltas en el coche con la única preocupación de acabarse el tanque de gasolina, que felizmente los amigos te ayudarían a reponer. Un día completo en la calle sin celular no era problema para nadie y un paseo por la playa diurno o nocturno simplemente era paz y tranquilidad.
Recuerdo las noches de pijamadas y salir en la madrugada a cumplir algún reto de “la botella” como tocarle la puerta al vecino o gritar a media calle “te amo fulanito!!”, llenándote de risas y tal vez algún leve regaño.
Extraño la ciudad que no respetaba el horario de ir a dormir, en una de sus tantas taquerías abiertas las 24 hras, era común encontrar a un amigo después de la fiesta o a unos tíos que fueron por un antojo.
Extraño la misa de 7:30 y estar horas afuera platicando y comiendo un trolelote, así como los días de alberca y “fiestas de abril” con espiropapas y gritos del kamikaze.
Echo tanto de menos la ciudad donde la gente era cordial, por corazón y no por miedo, donde un choque solo implicaba esperar al tránsito, al seguro y el posible regaño en tu casa.
En ese mi lugar peculiar, se acostumbraba ir a desayunar tortas al centro, visitar a los cocodrilos y pedirle a los ovnis que nos cuidaran del huracán. Sé que no suena normal pero esta ciudad nunca lo fue.
Extraño responderle al calor con alegría en la playa o la laguna, subirme al coche a la hora que sea y estacionarlo donde me plazca, extraño las casas sin rejas y los bailes hasta las 5 de la mañana. Y como olvidar la sensación de cantar a todo pulmon “ voy de vuelta a mi hogar” por veinteava vez en un lunes de semana santa.
Dicen que vivíamos en una ciudad en la que no pasaba el tiempo, que podías irte años y al regresar encontrarías lo mismo, a la misma gente y en los mismos lugares, yo me fui, pero creo que perdí la dirección de regreso, porque saben que, no encuentro mi ciudad!
No encuentro los paseos nocturnos seguros, ni la gente en sus jardines buscando un poco de aire fresco, busco niños corriendo en el parque y solo hay pocos y con sus papas a dos pasos de ellos cuidando cada movimiento. Intento buscar gente tranquila en sus coches y al parecer esos que recordaba también se mudaron, pues aquí solo hay gente nerviosa.
La gente no baila!! La música está bajando y las luces se apagan más temprano.
Veo un síndrome extraño aquí, en este lugar al que llegué por equivocación, la gente tiene la manía de esconder lo que tiene, es algo muy extraño, pues en la ciudad que recuerdo, todos querían progresar y ser emprendedores, en esta en la que estoy ahora todos quieren tener un bajo perfil y olvidarse del empuje y liderazgo, ¿alguien me puede decir por qué?
¿Què es lo que está pasando? ¿Porque parece que no tenemos fe? Veo que todos hablan sobre un tema en secreto, se escriben por internet, se mandan cadenas o lo comentan en reuniones privadas, pero nadie me dice en voz alta que está pasando. Recibo llamadas constantes de -¿ya llegaste?-,¿ donde estas?,- no pases por tal calle-, y yo aun sigo sin entender. Noto que nadie reconoce la ciudad, todos vamos un poco perdidos y no veo intenciones de luchar para encontrarla, al parecer se están resignando. Por lo que he escuchado nos han invadido unos seres extraños que se están robando lo bueno y nos están dejando lo malo, y saben que es lo peor, me dijeron que se están robando la voluntad de la gente!!. Me han pedido que corra la voz a mis conocidos de que la ciudad que recordaba ya no está, que de preferencia no regresen y no la busquen mas, pero no lo haré, pues yo quiero encontrarla y necesito gente que me ayude!! No puedo echarle la espalda a las dunas ni al Tamesí, yo tengo que volver a mi peculiar “hogar”.
Dicen que de vez en cuando hay oportunidades de hacernos escuchar y hacer que todo el país se entere de que estamos perdidos pero que necesitamos encontrarnos, me han comentado que el 4 de julio del 2010 es un buen día para hacerlo, muchos no lo creen y desperdiciaran la oportunidad,yo no creo poder darme el lujo de hacerlo.
Platicando con algunos exhabitantes de la ciudad, hemos llegado a la conclusión de que la clave para regresar es insistir. Asi que yo mañana me levantare muy temprano, ire a trabajar y daré lo mejor de mi, veré noticias y me mantendré al tanto de lo que pasa, pues en esta búsqueda es necesario estar informado, sin embargo, no dejare que tanta nota apague mi luz y seguiré buscando mis sueños de crecer, regresare a casa viendo en el camino alguna dirección que me lleve a mi ciudad, sino la encuentro, seguiré andando y sonriendo al que pasa en frente, conviviré con mi familia y mis amigos y los cuidare muchísimo, y tratare de que me ayuden a buscar mi ciudad perdida. Le platicare a los niños de cómo se puede vivir y les creare en la mente y el corazón la imagen de mi lugar peculiar, espero que les guste y me ayuden a buscarla también. Creerè y lucharè, y responderé por mis actos buenos o malos, buscare hasta el cansancio esta ciudad donde deje risas, besos y esperanzas y definitivamente las necesito de vuelta.
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